652 18 10 23 -- 652 18 10 24 info@psicologoskairosmadrid.com

Franz Kafka, en “Cartas a Milena”, dice: “Ante todo, le diré que desde hace quince días padezco de un creciente insomnio. No lo tomo a la tremenda; estas rachas van y vienen y siempre tienen sus causas. Pero lo cierto es que los períodos de insomnio lo vuelven a uno pesado como un tronco y, al mismo tiempo, inquieto como una bestia salvaje.”

Ese estar pesado e inquieto a la vez puede resultar realmente incómodo y desencadenar otro tipo de problemáticas durante las horas que tendríamos que destinar a estar despierto, falta de concentración, irritabilidad, fallos de memoria, cansancio… Unos lo sufren con varios “despertares” a lo largo del tiempo destinado a dormir y a otros se les acorta el tiempo por despertar demasiado pronto o tardar mucho en dormirse.

Hay que tener en cuenta que si las horas de sueño totales se ven considerablemente mermadas, incluso aunque no produzca molestia, se hace urgente consultar a un profesional. Puede ser señal de una alteración aun de mayor gravedad.

No está de más tener presente unos buenos hábitos del dormir:

  • Mantener una regularidad de horarios para acostarnos y levantarnos. Que la vigilia coincida con el día y nos expongamos a la luz y que el dormir coincida con la noche y busquemos la oscuridad.
  • No pasarnos con los estimulantes como el café, el té o el tabaco. Otras drogas, como la cocaína, lo alteran claramente.
  • Que las horas previas al dormir sean apacibles. Dormir es un estado de relajación al que se puede ir entrando poco a poco.
  • Evitar hacer deporte al menos las tres horas anteriores a acostarse.
  • Seguir nuestros rituales; me pongo el pijama, me lavo los dientes, cojo un vaso de agua por si me entra sed…
  • Que el entorno esté en consonancia; poca luz, silencio, buena temperatura…

 

Pero si las “rachas van y vienen y siempre tienen sus causas” la pregunta no es tanto porque no puedo dormir sino qué me despierta. El sueño que es el guardián del dormir no siempre consigue preservarlo y entonces se interrumpe el reposo. Es común que las pesadillas nos despierten o que por anticipación a ellas evitemos dormir. De las pesadillas se podría decir que son sueños de angustia, no tanto porque tenerlas nos angustia sino que es porque estamos angustiados que las tenemos. Si la angustia está en nosotros eso nos despierta de un modo u otro, con pesadillas o sin ellas. ¿Qué es lo que no nos deja dormir? Dependerá de las singularidades de cada quien; por ejemplo no es lo mismo “dormir para soñar” que “dormir para desconectar”, como si de una periodo de muerte cual descanso se tratara.

En qué pensamos mientras intentamos dormir, de qué nos acordamos, a qué le damos vueltas, qué idea que deja mal cuerpo viene a nuestra cabeza en esos “despertares” mientras quisiéramos estar dormidos. Puede que a ese contenido lo identifiquemos como una preocupación en la que estamos, otras veces puede resultarnos absurdo o insignificante (viene entonces más disfrazado pero será posible desentrañarlo), o puede que se trate del imperativo “tengo que dormir, tengo que dormir” el que nos machaque taponando lo anterior. Algo viene a inquietar o desvelarnos. En cualquier caso, el insomnio es un síntoma, un trazo en el intento de encontrar algo desconocido. Y está teniendo una función, el insomnio nos está emplazando ante nuestro deseo. Convertirlo en una materia discursiva, ponerse a hablar de ello, es el modo de acceder a ese espacio donde habitamos en tanto sujetos proscritos.

Si te sientes reconocido en el texto y quieres charlarlo con alguno de nuestros analistas contáctanos

Pin It on Pinterest