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Maternidad y trastorno mental

Hace pocos días, el periódico EL PAÍS publicó un artículo en el que varias de estas mujeres dan su testimonio en primera persona, es una lectura muy recomendable para quien se interese por el tema de la maternidad y el trastorno mental. Allí hay una respuesta a la pregunta del título (que está hecho de una manera provocativa y al que habría mucho que objetarle). Se trata de un grupo de madres que han sido diagnosticadas de algún tipo de trastorno mental importante, que cuentan cómo, con el apoyo de Casa Verde, han podido criar hijos sanos. Casa Verde es un magnífico programa de la Fundación Manantial que presta apoyo a las familias en que la madre (o el padre, aunque casi siempre son las madres, porque muchos padres -no todos- desaparecen) ha sido diagnosticada.

Pero lo que me hace escribir esto es haber leído los más de cien comentarios que la nota suscitó; como siempre, hay de todo. Lo doloroso es el gran número que se hacen desde una gran ignorancia del tema y que, categóricamente y desde generalidades, dictaminan que se debe quitar la custodia de sus hijos a estas madres. La ignorancia no es una mala cosa, siempre y cuando no se ignore como ignorancia. Es decir, se puede no saber, pero entonces, mejor, pregunta. Lo que resulta doloroso para quienes conocemos el problema de cerca, es la crueldad y el desprecio con que se ventila de un plumazo un asunto tan delicado y complejo. Esto es la expresión más acabada de lo que se llama “el estigma” de la enfermedad mental; como si el solo hecho de ser diagnosticada hiciera olvidar la historia concreta que se agita detrás de ello y autorizara a la arbitrariedad. Hay, en algunos, un afán de tener respuestas simples y genéricas para todos los asuntos, lo peligroso de esta pretensión es convertirnos a todos en máquinas que admiten las mismas respuestas. El algoritmo que resuelva todos los problemas es científicamente imposible.

Hace falta valor para salir a dar la cara con este tema como hacen estas mujeres, la prueba es cómo te la pueden romper con comentarios tan ignorantes como atrevidos.

Hay, sin embargo, unos pocos comentarios, que también se inclinan por retirar la custodia, que sí merecen una consideración: son dos o tres que dicen ser hijos de padres con trastornos mentales y que hubieran preferido que se la retiraran. Aquí es donde debemos a empezar a hilar más fino, porque algo de eso que dicen es cierto. Creo que hay un par de cuestiones que explicar.

En primer lugar, es cierto que hay casos en que la retirada de la custodia se hace necesaria para proteger al menor; porque es una falacia decir -como dicen algunos- que los niños son la medicina de sus madres. El interés del menor sigue siendo la prioridad, incluso cuando no se retira la custodia, porque a nadie se le debería escapar que muy mala tiene que ser tu madre para que sea preferible una institución. Por eso estas decisiones no se toman -mayormente- a la ligera y cada caso ofrece posibilidades distintas. Por ejemplo, puede haber o no familia que se haga cargo de los niños y eso es un detalle muy importante que puede dar lugar a distintas posibilidades de mantener la relación de los hijos con los padres.

En segundo, es cierto que un trastorno mental o, mejor dicho, las turbulencias personales que constituyen dicho trastorno son dificultades a la hora de atender a los hijos, de gestionar las dificultades que pueden ir apareciendo, etcétera. Hay que tener en cuenta que el apoyo específico a este tipo de madres es, en buena medida, algo muy reciente. Posiblemente los padres de estas personas que cuentan su experiencia y dicen preferible que les hubieran quitado la custodia, esos padres, seguramente tuvieran el tratamiento psiquiátrico básico, medicación y citas largas, para decirlo en pocas palabras. En ese caso, sin duda, las circunstancias de los hijos son las de un franco abandono y deben ser protegidos. Pero el artículo nos habla en primera persona de la experiencia de algunas madres que, con el apoyo adecuado que les facilita un proyecto como el de Casa Verde, pueden criar a sus hijos en buenas condiciones. Un lugar de contención para las crisis; una orientación social y apoyo laboral; un trabajo psicoterapéutico que ayude a elaborar las tormentas que las acosan en esos momentos, a prevenirlas y hasta a evitarlas. Mucho más que a pautar conductas, escuchar las verdades que se expresan como pueden, malamente a veces. Con esa clase de sustento es posible y estas mujeres lo atestiguan.

Resulta difícil en la época de las comunicaciones rápidas hacer entender que algo tan complejo y tan determinante para la vida de las personas, como es la maternidad -tanto del lado de la madre, como del lado del hijo-, no puede resolverse con una norma general y automática que diga siempre lo que hay que hacer. Que requiere un tratamiento sereno de la circunstancia concreta de cada caso y que no se debe entra en la cacharrería de una familia como un elefante burocrático. Porque, además, entre los locos -y vindico el uso digno de esta palabra-, como entre los bailarines, las panaderas y los protésicos dentales, hay buena gente y de la otra.

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