¿Qué es una fobia? Para decirlo sencillo y de un modo general -porque, después, cada caso es un Mundo-, una fobia es un modo de tenerle miedo a algo para no tenérselo a todo.
La respuesta puede parecer una tontería, pero hay que pensarla bien. Las fobias suelen estar relacionadas con los llamados ataques de pánico. La palabra pánico viene de la palabra griega pan, que quiere decir “todo”; como panamericano (todas la américas) o panorama (ver todo). Y efectivamente, el momento de pánico es como el de un miedo a todo (la etimología es un libro abierto). Pasar de tenerle miedo a todo a tenérselo sólo a algo, es un avance. Permite moverse un poco, porque curiosamente la reacción más común del pánico es la inmovilidad. Permite trazar líneas, límites al mundo y recorrerlo evitando las zonas de peligro.
Hay que decir que aquello que se elige -bastante inconscientemente, en realidad- como objeto de la fobia no suele ser totalmente casual. Los tratamientos basados en enfrentarse a aquello que atemoriza a veces funcionan, el problema es que eso va a dar lugar a un nuevo síntoma; en el peor de los casos hacia otra fobia más grave o, en el mejor, a un síntoma de otro tipo. Queda, además, la posibilidad menos habitual de que la fobia disimule un cuadro grave de psicosis, de ahí que una confrontación al objeto fóbico pueda desencadenar lo que estaba en ciernes.
Los psicoanalistas, más que empujar al sujeto contra la fobia, le proponemos que nos hable de ella. Eso va a permitir detectar si el cuadro es más grave de lo que sospechamos. Descartada esta eventualidad, la persona nos hablará de su fobia, de cómo la contrajo, seguramente; de qué relación tiene con su historia y con su vida el objeto al que tanto teme, el que puede desatar el ataque de pánico. En ese diálogo irán surgiendo cosas, circunstancias vitales, historias, anhelos, frustraciones… y, finalmente, el verdadero miedo que la atenaza: aquellas cuestiones de su vida en las que está inhibido. Casi siempre tienen que ver con el amor y el trabajo, no debería extrañarnos mucho.
Ésos son los verdaderos asuntos que la fobia distrae, allí donde la angustia despunta: elegir carrera, atreverse con esa chica o ese chico, presentarse a la entrevista de trabajo, negarse a las peticiones de mamá o de papá, etc… En la medida en que estos asuntos son los enfrentados, la fobia cede. A esos asuntos sí que podemos confrontarlo, porque esos tiene sus vías, sus límites y sus posibilidades.
Tener miedo no es de cobardes, todos podemos tenerlo, incluso no tenerlo en algunas circunstancias es cosa de inconscientes; la única cobardía es dejar que el miedo tome las decisiones.
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