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Todos tenemos experiencias cotidianas con lo que supone la adolescencia, conviviendo con jóvenes que se encuentran en esta etapa del desarrollo, interactuando con ellos en el barrio, por comentarios de gente cercana, etc., además de las inestimables marcas que nos dejaron nuestras propias vivencias al atravesar este momento.

Se pueden decir muchas cosas del fenómeno adolescente pero me voy a centrar en ciertas situaciones comunes que conllevan, si no prima la negación, la formulación de alguna pregunta.

Vemos que el joven pasa tiempo callado, no responde a los requerimientos que el adulto le hace (incluyendo propuestas que, en principio, se cree que deberían agradarle), duerme o permanece tumbado horas incontables o se dedica a jugar con las máquinas en una suerte de limbo en el que queda excluido el tiempo. Cuando se intenta indagar sobre algún pensamiento asociado a estos hechos, nada aparece, lo que generalmente es significado como desidia, oposicionismo o rebeldía por el adulto, generando, en muchas ocasiones, enfrentamientos y malestares varios.

Otra interpretación posible se refiere a lo que Ricardo Rodulfo plantea como el sentimiento de no-vivo, lo que no es sinónimo de sentimiento de muerte. Son momentos de detención que permiten abordar situaciones de peligro subjetivo, como la muerte y la sexualidad, de un modo protegido. En la adolescencia se produce una nueva relación con la muerte a partir de una toma de conciencia cualitativamente distinta de la que aparece en la infancia. Y, respecto a la sexualidad, lo principal es que el acto sexual y la procreación se hacen ahora posibles. Ambas cuestiones requieren la paradójica tarea de nombrar lo innombrable, escribir lo imposible, en un clima de gran angustia y excitación, y con las posibilidades simbólicas que el joven sujeto va adquiriendo de a poco.

La posición del adulto, ya sea progenitor o terapeuta, requiere tolerar estos momentos de detención y acompañar al adolescente en el dificultoso tránsito hacia una vida cada vez más compleja. Para ello necesitará producir significaciones novedosas para estas conductas ordinarias y otras que le atañen directamente, como la tramitación de su propia angustia, que aparece, generalmente, bajo la forma del enfado y la desesperación. Así es que el adolescente constituye un fenómeno que incluye a todos los miembros de la familia, produciendo impactos y requiriendo transformaciones en cada uno de ellos.

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