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El inconsciente, ¿existe? Por supuesto.

 

Alguien podría entender este título como una simple afirmación gratuita, una especie de porque-lo-digo-yo. Bueno, sí, es una lectura posible. Pero, si lo volvemos a leer, hay otra: el inconsciente existe porque se lo supone. Y este es el asunto, uno supone el inconsciente freudiano y, a partir de ahí, suceden toda clase de cosas inesperadas o, también, se empiezan a percibir toda clase de cosas que antes no se veían.

Alguien puede, sin embargo, protestar y decir que eso es trampa. Que poner una cosa para luego descubrirla, es tramposo. Aquí ya nos podemos empezar a entender mejor, porque la protesta nos permite situar una cuestión de principio: el inconsciente freudiano, tal como lo concibe el Psicoanálisis hoy, no es un descubrimiento, sino, como queda dicho, una suposición. En todo caso, lo que “se descubre”, una vez supuesto, son las formaciones del inconsciente, es decir: sus efectos en la vida humana.

Por eso, el inconsciente, como construcción teórica, no tiene que ver con las ciencias naturales sino con las Matemáticas y la Lógica. Y estas son ciencias de la suposición, si lo podemos decir así.

Veamos un ejemplo cotidiano de este asunto. Durante siglos hemos supuesto que la Geometría Euclídea -la que aprendimos en el colegio, la Geometría tridimensional, plana y que supone un espacio infinito- era el producto de la simple observación del espacio real en el que vivimos. Pero, entre los siglos XIX y XX las Matemáticas sufrieron una transformación tal que ya no las reconocían ni las madres que las parieron[1] y cuestionaron esta idea.

Miremos más de cerca este “sentido común” de que nuestro espacio cotidiano es la Geometría euclídea. Para empezar, ésta supone que existen puntos que no tienen dimensión, líneas que no tienen anchura y planos que no tienen espesor. Cosas bastante extrañas para nuestra experiencia común con el espacio, nadie se encuentra con estas cosas. Sin embargo, con estas suposiciones, la geometría clásica fue de gran utilidad para la construcción de la realidad humana y dio lugar a todas las transformaciones que produjo durante siglos: sirvió para construir casas y palacios, medir los terrenos, crear cartas de navegación, fabricar toda clase de maquinarias mecánicas, etcétera, etcétera…

Sin embargo, en el siglo XIX, Brenhard Riemann[2], a raíz de ciertos problemas teóricos con el quinto postulado de Euclides, se decidió a suponer una geometría esférica donde, hasta entonces, se suponía una plana. En efecto, nuestra geometría clásica es plana, la dibujamos sobre hojas de papel planas. Las rectas, los polígonos y hasta los cuerpos, son figuras rígidas que concebimos sobre una superficie plana -como hacía Euclides, por cierto, en la arena de las playas griegas. Pero ¿qué pasa si los empezamos a dibujar sobre una superficie esférica?, me imagino yo que se preguntó Riemann. Pues, algunas cosas inesperadas, como dijimos que ocurre con el inconsciente.

Veamos algunas. Por ejemplo, el espacio deja de ser infinito, aunque pueda ser ilimitado. ¿Por qué? Pues, porque si trazamos una línea, en un espacio plano, ésta puede extenderse infinitamente hacia ambos lados. Así:

←___________________________→

Pero, si a esa línea la suponemos en una superficie esférica, entonces, llegará un momento en que al extenderse se encontrará consigo misma. Por lo tanto, el espacio no es infinito, aunque la esfera se agrande todo lo que se quiera. Sería algo así:

sobre el inconsciente

Pues bien, resulta que los astrónomos actuales coinciden en que el espacio exterior se entiende mejor si suponemos que es curvo al modo riemanniano que si lo suponemos plano al modo euclidiano. Incluso la aeronavegación se rige mejor por esta suposición. Quiero decir que esta geometría, que puede parecer contraria a nuestro sentido común es más realista, si podemos decir así, si tenemos en cuenta que vivimos en un planeta que es aproximadamente esférico y no plano. Cosa que se nota mejor cuando las distancias a recorrer son grandes. En cambio, en el espacio pequeño en el que nos movemos en general, la geometría plana no nos da problemas.

Los matemáticos modernos también han cuestionado que la suposición de un espacio de tres dimensiones solamente sea el único concebible. Matemáticamente operan con espacios de n dimensiones, como dicen ellos, es decir, de 4; 5; 6… n dimensiones. Por lo visto, algebraicamente se puede operar con el número de dimensiones que se quiera. Incluso hay ya objetos geométricos que implican más de tres dimensiones, por ejemplo: el hipercubo, la botella de Klein o esa extraña esfera que es el Plano Proyectivo. Con estos nombres están accesibles en Internet.

Hasta donde yo sé, no podría decir si hay aplicaciones físicas prácticas de una geometría cuatridimensional, pero parece que las hay, y muy importantes, en la Física Teórica. La geometría de Riemann permaneció casi desconocida e inutilizada por la Física muchos años. Hasta que, en el principio del siglo XX, Marcel Grossmann, colega científico y amigo de Albert Einstein, se la dio a conocer cuando éste le escribió desesperado porque no podía desarrollar su relatividad general con los postulados -es decir, las suposiciones- de la geometría plana. De modo que la suposición de un espacio tetradimensional es crucial en la formulación de la Teoría de la Relatividad General.

No creáis que se quedan aquí las cosas, porque, además de la superficie esférica, otros matemáticos, han supuesto extrañas superficies sobre las que trazar líneas, figuras y cuerpos, como la pseudoesfera o la silla de montar. Respectivamente se verían así:

qué es el inconsciente

 

Un acercamiento al inconsciente

En esta clase de geometrías suceden cosas inesperadas y se observan cosas que antes no se veían. En algunas, por ejemplo, las paralelas se cortan o los ángulos interiores de un triángulo suman más o menos de 180º según sea su tamaño o que, para una recta dada, sobre un punto exterior a ella, se pueden trazar más de una paralela, etcétera…

¿A dónde pretendo ir a parar con toda esta perorata? Pues a que esto de hacer una suposición y extraer de ella una serie de consecuencias lógicas es una práctica común en estas ciencias y que no sólo es razonable hacer suposiciones, sino que las hacemos cotidianamente y las hemos venido haciendo desde que el mundo es Mundo. Con ellas nos movemos en un real que nunca terminamos de captar plenamente, pero, si están bien planteadas, si sus consecuencias están bien sacadas, nos permiten actuar allí con relativa eficiencia. Por lo tanto, el inconsciente tiene esa clase de existencia, la que tienen todos esos objetos matemáticos que, en realidad, no son sustancias, aunque sí sean objetos materiales -y no espirituales.

Ahora habría que considerar qué clase de suposición es el inconsciente freudiano y cómo se obtienen consecuencias de ella. Pero para eso vamos a esperar a mi próxima entrega en el blog. Creo que ya le he dado una paliza considerable a la amable lectora o lector, si es que hubiera tenido la paciencia de seguirme hasta aquí.

 

[1]Quien quiera profundizar en el tema puede leer, por ejemplo, un libro delicioso, “Matemáticas e Imaginación” de E. Krasner y J. Newman, de 1940. Para este tema, el capítulo IV, Otras Geometrías.

[2]Georg Friedrich Bernhard Riemann, matemático alemán, realizó contribuciones muy importantes al análisis y la geometría diferencial, algunas de las cuales abrieron el camino para el desarrollo de la teoría de la relatividad general de A. Einstein. 

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